Si a inicios de la década de los 70 el mercado de turismos diésel estaba prácticamente monopolizado por Mercedes y Peugeot, al final de la década, la mayoría de las marcas habían ya «diesilizado» alguno de su modelos.
FIAT, que había creado Sofim conjuntamente con Renault y Alfa-Romeo entraba con fuerza poniendo a la venta el 131 y 132 con estos motores.
A finales de 1980 SEAT hizo lo propio con la llegada del 131 SUPER 2500 que con sus 72 CV conseguía unas prestaciones casi equivalentes a un auto de gasolina.